miércoles, 3 de agosto de 2011

El análisis institucional: categorías y criterios

INTRODUCCION CONCEPTUAL

Las instituciones ocupan un lugar preminente en el desarrollo social y en la vida de las sociedades. Las Ciencias Sociales y en particular la Ciencia Política y la Sociología han venido a “tomar conciencia” en el curso del siglo xx respecto del peso y de la influencia de las instituciones en el espacio social, al intentar analizar y comprender los grandes aparatos organizacionales como el Estado y las instituciones religiosas.

La problemática institucional requiere de una mirada macroscópica, para establecer los grandes trazos de la evolución “biográfica” de una entidad, como también de un análisis microscópico, a la hora de intentar identificar problemas, trizaduras, quiebres y también aquellos elementos sólidos que aseguran su estabilidad y continuidad.

La metáfora arquitectónica podría servir eficazmente al estudio de las instituciones, asemejándolas con grandes estructuras sólidas y permanentes, pero necesariamente, hemos de recurrir a otras categorías de análisis para comprender cómo ésa solidez y esa estabilidad, instaladas en el imaginario colectivo y en el inconsciente de los individuos, contribuyen a su propia continuidad en el tiempo.

En la historia del análisis institucional, por lo menos en la tradición de Occidente en el siglo xx, debemos señalar entre los pioneros a Herbert Marcuse, quién en “El Hombre Unidimensional” (Boston, 1954), ya advertía sobre la omnipresencia del control, dominio y manipulación que habían alcanzado los aparatos estatales y las grandes corporaciones empresariales. Estados y empresas que operaban y operan en cuanto instituciones. Pero ya anteriormente, Karl Marx y Max Weber habían puesto el acento en los rasgos institucionales de las sociedades modernas.

INDEFINICIONES Y DEFINICIONES

Este ensayo en forma de Esquema de Clases, pretende examinar y describir algunas de las principales categorías para el análisis institucional, desde una perspectiva interdisciplinaria, integrando enfoques provenientes desde la Sociología, la Ciencia Política y la Ciencia de las Políticas.

Inicialmente cabe formular algunas contribuciones para una definición teórica de institución y de análisis institucional, desde la perspectiva adoptada.

Una institución (sea ésta política, cultural, económica o social) puede ser percibida y definida como “un sistema de reglas, prescripciones y protocolos que operan desde y sobre la realidad”, (lo que permite comprender y situar la fixidad de la institución y los procesos de intervención en los que participa); como “una estructura compleja y adaptativa de poder que intenta a la vez permanecer y modificarse en el tiempo y en el espacio” (territorios) social (perspectiva que sugiere el peso histórico de la institución y su desplazamiento evolutivo en el tiempo), y también como “una malla organizada de rutinas y de intereses que interactúan en un espacio social complejo y cambiante” (que enfatiza las dinámicas que dan existencia a la institución en su interdependiencia activa con el medio social en el que existe y funciona).

Así, el análisis institucional puede definirse como una herramienta de comprensión de las dinámicas internas y externas de la institución, en la perspectiva de mejorar estructuras, prácticas, percepciones y desempeños.

Dos rasgos principales nos permiten distinguir a las instituciones desde una perspectiva de la escuela realista del pensamiento: la permanencia y la complejidad.

Las instituciones permanecen porque son complejas, porque su desplazamiento en el tiempo social y en el espacio es lento, donde el cambio ocurre a ritmos cronológicos diferentes del tiempo normal, en tanto que la complejidad institucional asegura a estos aparatos humanos su capacidad de permanecer y de resistir.

La resistencia al cambio es una dimensión en la que se integran ambos elementos: las instituciones -por su peso burocrático y organizacional tienden a convivir con la resistencia al cambio, es decir, con la inercia de las rutinas establecidas y solidificadas como prácticas acostumbradas que no deben modificarse so pena de arriesgar el desorden o el caos. En la microsociología de las organizaciones y las instituciones, la resistencia al cambio obedece a la activación permanente de estructuras mentales conservadoras, de habitos compartidos y pre-establecidos y de formas de acción percibidas individual y grupalmente como necesarias y suficientes.

Pero también operan dentro de las instituciones, impulsos y ejercicios de renovación y de cambio. No se trata siempre de un choque constante ni de una confrontación abierta, sino que en la realidad cotidiana del funcionamiento de la institución, el encuentro entre las dinámicas de resistencia y de impulso al cambio, produce una interrelación constante, un “efecto torbellino circular”, donde el propósito de cambio se entrecruza con el propósito de estabilidad y permanencia, una suerte de ”efecto caos” microscópico donde el juego del poder organizacional resuelve siempre en forma incompleta.

CATEGORÍAS PARA EL ANÁLISIS INSTITUCIONAL

La tentativa y el propósito de analizar a las instituciones choca inicialmente con la dificultad de definir los límites, el nivel y el alcance del análisis, de manera de abarcar precisamente la complejidad que las caracteriza.

Partimos desde la hipótesis de trabajo que el análisis de las instituciones resulta eficaz cuando se aborda su realidad compleja a partir de la noción de “campos de acción”, que puede ser comprendidas y analizadas como dimensiones sociales y organizacionales de intersección en los que se despliegan las prácticas institucionales tanto en su forma relacional interna como en la interdependencia que la institución establece con su entorno.

Sigiendo la perspectiva de Bourdieu, diríamos que el campo puede ser comprendido como un espacio social de acción y de influencia en el que confluyen relaciones sociales determinadas.

Estas relaciones quedan definidas por la posesión o producción de una forma específica de poder y de relación propia del campo en cuestión. Cada campo es más a o menos autónomo; la posición dominante o dominada de los participantes en el interior del campo depende en algún grado de las reglas específicas del mismo. El conjunto estructurado de los campos, que incluye sus influencias recíprocas y las relaciones de dominación y de poder entre ellos, define la estructura social. Es decir, para los efectos de nuestro análisis institucional, entendemos que toda institución construye y participa en las vida social de un campo de acción e influencia, que sintetiza las formas de relación que ésta tiene con su entorno.

El entorno organizacional.

Una primera categoría de análisis -todavía muy descriptiva- dice relación con el entorno que rodea a la institución. Entendemos como entorno al conjunto del campo organizacional de entidades que se relacionan, dependen, e interactúan con la institución objeto de nuestro análisis.

Se intenta aquí comprender el tipo y el modo de relación que ha existido en el pasado y que se manifiesta en el presente entre la institución en cuestión y las demás organizaciones: el énfasis puede ser puesto en la dimensión relacional, a través de los pactos y alianzas establecidas, como también puede dar cuenta de la dimensión conflictual, es decir, a través de las frecuentes tensiones, diferencias, competencias y conflictos, que tienen lugar en el proceso de la vida social.

La estructura organizacional y su flexibilidad operativa

Un segundo campo de análisis institucional es la naturaleza de su estructura organizacional, es decir, la forma organizativa que se ha dado para los fines que la motivan. Las estructuras institucionales, en general, tienden a obedecer a una lógica piramidal, según la cual, los niveles decisionales se establecen en la cúspide de la organización, punto focal donde se concentran -a la vez- un número limitado de individuos y una panoplia creciente de poderes, de facultades y de capacidades de asignación de recursos.

La metáfora de la pirámide permite describir el modo como una institución se preserva a sí misma, asegurando que unos pocos compitan por acceder a los puestos claves de la cúspide, sin perder de vista el gran número de individuos que realizan tareas y funciones desde la base de la estructura, en una distribución más o menos jerarquizada.

Si una institución es una organización de poder y de ejercicio del poder (cualquiera sea su forma), ese poder se despliega en niveles mayores o menores de flexibilidad operativa orientada a la ejecución de tareas con el máximo de eficiencia posible.

Y la pirámide organizacional es más eficiente o menos eficiente, tanto cuanto sea capaz de delegar tareas conservando poderes, o de distribuir beneficios y sanciones sin que resulte afectada la autoridad que emana de la institución.

Interlocuciones y percepciones

Toda institución puede ser analizada desde el punto de vista de la malla de relaciones que se tejen hacia y desde un entorno del cual depende. La institución establece formas diversas de interlocución con otras similares y con el entorno, al tiempo que en campo social donde funciona, se construyen cotidianamente percepciones acerca del rol y del significado que esa institución tiene para los individuos que la observan desde fuera.

En su dinámica cotidiana, la institución fija y protagoniza agendas, despliega recursos y estrategias, propone e interviene en espacios sociales e individuales mediante contenidos y objetos, establece relaciones, construye y despliega formas diversas de comunicación y de intercambio de mensajes, de contenidos y de símbolos.

Por sus prácticas comunicacionales, pero también por sus acciones cotidianas asumidas socialmente, una institución puede impregnar el campo social y el espacio público., con sus contenidos y universos simbólicos, definiendo y pre-estableciendo el modo como va a ser percibida por los públicos.

En este proceso comunicacional y de interlocución socio-organizacional, cada institución genera en torno suyo un campo semántico y discursivo que les es propio y distintivo, que configura imagenes corporativas distintivas. El sello de una institución se instala, evoluciona y opera en el imaginario colectivo, en la mente de las personas, y en las percepciones que éstas adquieren respecto del rol, importancia y significado de aquella en el mundo social.

Dinámicas e incertidumbres

Al interior de las instituciones y desde ellas hacia su entorno, se ponen de manifiesto dinámicas e incertidumbres que los equipos directivos y humanos intentan gestionar, manejar, controlar y eventualmente evitar.

Dos dinámicas -entre otras- aparecen operando en las instituciones: una dinámica expansiva en la que las organizaciones tienden a proyectar sus acciones hacia su entorno y a extender sus campos de influencia/control en las redes de entidades con las que se asocian; y una lógica restrictiva, según la cual las organizaciones tienden a encerrarse conservadoramente en sus propios límites, estilos y rutinas, frente a entornos adversos.

ALGUNAS REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

Bourdieu, Pierre (1980). Le sens pratique. Paris: Editions du Minuit.

Bourdieu, Pierre; Wacquant, Loïc (1992). An Invitation to Reflexive Sociology. Chicago: University of Chicago Press.

Foladori, H.C.: La intervención institucional. Hacia una clínica de las instituciones. Santiago, 2008. Editorial ARCIS.

Hall, P.; Taylor, R.: Political Science and the The New Institutionalism. Political Studies, Vol. 44 (1996), pp. 936-957.

Marcuse, H.: El hombre unidimensional. Ensayo sobre la ideología de la sociedad industrial avanzada. Barcelona, 1970. Seix Barral.

Ritzer, G.: Vol.I: Teoría Sociológica Clásica. Vol. II: Teoría Sociológica Contemporánea. Madrid, 1997. Mc Graw Hill.

Manuel Luis Rodríguez U.

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